‘Y ahora Sonsoles’: Una apuesta que no seduce pese a todas sus estratagemas en el primer mes

Ni las tretas para dopar sus maltrechos datos ni la época dorada de Antena 3 sirven para que ‘Y ahora Sonsoles’ evite una pérdida de seguimiento paulatina.

Cuando Sonsoles Ónega repetía en todas sus entrevistas promocionales como un mantra que ‘Y ahora Sonsoles’ no iba a ser nada que no se hubiera hecho ya en televisión, estábamos ante toda una declaración de intenciones. Con la perspectiva que da casi un mes de periplo en pantalla, tiempo suficiente como para emitir un juicio de valor realista y fundamentado, podemos decir que los números en descendimiento son el más fiel reflejo de lo que viene a suponer este nuevo formato diario al que ha dado luz verde Antena 3.

Que el programa no ha convencido a los espectadores es un hecho impepinable. El morbo por el estreno y por encontrar una novedad inexistente ha dado paso al desinterés y a una inapetencia por consumir un magacín que no es más que una réplica sucedánea de los infotaiments matinales y de sobremesa que ya invaden la programación de nuestras cadenas. Una copia exacta del ‘Ya es mediodía’ del que desertó. No hay más que ver que confunde la sección ‘Flash’ con el ‘Fresh’ hasta la propia Sonsoles. En fin, un batiburrillo desabrido en el que se busca abarcar muchas cosas a la vez y al mismo tiempo ninguna. Y claro, el resultado es que el público no se está congraciando con esta apuesta.

Así se entiende que del 17,6% que firmó el debut se encuentre ahora bordeando mínimos en su lacónica historia televisiva. De hecho, ‘Y ahora Sonsoles’ cerraba esta semana con un nada halagüeño 11,5% de share. En este caso, el contexto que envuelve a esos datos los hace aún más desalentadores. Y en todos ellos vamos a ahondar.

En primer lugar, la expectativa y curiosidad por ver en Antena 3 a Sonsoles Ónega después de un robo inesperado a Telecinco que retrotraía al de María Teresa Campos -los gurús de la tele sabrán de lo que hablamos- no ha servido para nada. Y no será porque no se ha alimentado y engordado por parte de la propia cadena. Incluso, dotándole de un mayor empaque con la elección final del nombre del magacín. Una denominación que, por descontado, no era casualidad y encerraba una estrategia de márketing que ha resultado infructuosa.

En segundo lugar, la era dorada que vive Atresmedia en la actualidad no se ha sabido aprovechar. Sonsoles partía de una pista de despegue muy apacible, con pocos obstáculos. Los vientos corrían a favor. Aunque era una franja ‘maldita’ para el canal, se encuentra entre dos productos que han determinado mucho el liderazgo de Antena 3: ‘Tierra Amarga’ y principalmente ‘Pasapalabra’. Un efecto sándwich con el que mejorar los resultados de ‘Boom’ no era una tarea demasiado difícil.

En tercer lugar, el espacio no ha logrado beneficiarse de la debilidad que atraviesa ‘Sálvame’. A priori, la llegada de Sonsoles Ónega a la tarde con una apuesta también por la crónica social, se antojaba un rival al que había que mirar con inquietud desde la competencia. Y las alarmas se activaron. En la tiraría del share, la primera semana fue una pugna fratricida en la que se peleaba por cada décima. Sin embargo, ni la crisis de contenidos que sufre el programa vespertino de Telecinco le ha permitido alzar el vuelo.

Y en cuarto y último lugar, las tretas aplicadas en su primer mes de emisión han sido insuficientes y, por qué no, en vano. ‘Y ahora Sonsoles’ ha tratado de dopar su rendimiento con estratagemas como blindar de publicidad al formato durante un mes y, sobre todo, estirar la duración y aprovecharse de ‘Pasapalabra’ para inflar su promedio en los últimos minutos. Cierto es que, al principio, funcionaba, pero semanas después ha quedado demostrado que al público no se le maneja. Todo lo contrario: el público es el que maneja el devenir de las cadenas.

Con todo, y tras esta radiografía, podríamos concluir que, si indagáramos en la mejor definición de la Real Academia Española para ‘Y ahora Sonsoles’, nos ofrecería la palabra insignificancia; con poco que aportar y sumar a la pequeña pantalla y que, salvo cambios mayúsculos, pasará sin pena ni gloria. Y si consultásemos en el manual de la televisión un ejemplo de reproducción intrascendente de lo que ya se ha inventado y explotado hasta la extenuación, nos aparecería sin duda ‘Y ahora, Sonsoles’.

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