Crítica de la semana: ‘La Última Tentación’, al filo de la irrealidad

ANÁLISIS | Semana del 18 al 24 de octubre de 2021

La isla de las tentaciones‘ es probablemente el formato televisivo más revolucionario de la telerrealidad española de los últimos años. Nadie esperaba que un programa de estas características, grabado, llegara a calar tanto entre la audiencia española, tan acostumbrada a los realitys de directo 24 h. Pero así fue, con tres ediciones a sus espaldas, el programa se convertía en un auténtico fenómeno televisivo.

Un éxito que no se ha repetido con la edición greatest hits del programa. ‘La última tentación‘, a pesar de liderar la noche del miércoles, se quedaba esta semana en un correcto 16,9% de share. Un dato que dista mucho de las ediciones convencionales del reality, que llegaron a superar cómodamente el 20% y los tres millones de espectadores. Actualmente no alcanza ni los 2M.

Los motivos que esta edición funcione a medio gas son varios, las cosas en televisión nunca suceden por una única razón. El primer error estuvo en el falso estreno del programa, el primer capítulo no lo fue como tal sino que se apostó por emitir un avance de toda la temporada.  Una estrategia que nunca funciona ya que toda la expectativa generada alrededor de la premiere se diluye, y cuesta volver a menear a las masas de cara al estreno real.

Otro de los problemas de este reencuentro de tentadores es la poca claridad en la mecánica de concurso. Una versión muy adulterada del formato inicial que tiene de todo menos una dinámica clara. Lo sabemos, no es una competición olímpica con un reglamento estricto, pero los giros de guión están bien siempre y cuando se ciñan a un orden establecido de concurso. Dentro del caos y de las apariciones inesperadas de Sandra Barneda tiene que existir cierta lógica. Y ‘La última tentación’ es un pitorreo: los visionados con la tablet se producen de forma abrupta, los protagonistas entran y salen de las casas como de ‘El Corte Inglés’ y las hogueras de confrontación pierden todo su sentido si antes ya se han producido los círculos de fuego.

«‘La última tentación’ se mueve en unos parámetros de irrealidad inasumibles»

Por si fuera poco, al falso estreno y a la poca claridad en la mecánica hay que sumarle la escasez de verdad en el contenido. Nos encantan los teatrillos, incluso los pésimos, pero llega un punto que ‘La última tentación’ se mueve en unos parámetros de irrealidad inasumibles para la audiencia. Y ya no es una cuestión de guión, el problema es que los concursantes vienen tan aprendidos de casa que ninguna de sus reacciones nace desde la entraña. Todo es impostado y en busca de protagonismo, desde los polvos a las discusiones entre machos alfa.

Con todo, el programa me sigue pareciendo lo más apetecible de la noche del miércoles. Ya sea por las músicas, los cuerpos al sol o las reacciones exageradas todavía conserva algo de atractivo. Pero dista mucho del interés suscitado con las tres versiones originales, cuando cada semana se convertía en un evento televisivo y nos quedábamos todos locos al finalizar un programa esperando con ansia la próxima entrega. Ahora es un entretenimiento de fondo, un sin más, algo colorido que aparece en el televisor mientras devoras stories con el móvil.

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