Crítica de la semana: La democratización del corazón

ANÁLISIS | Semana del 9 al 15 de agosto de 2021

Ser famoso ya está al alcance de todo el mundo. Antes incluso de la llegada de los influencers, el paradigma de la popularidad empezó a cambiar a finales del siglo pasado con la llegada de los grandes reality shows. La fama no se estudia en ninguna universidad, pero cualquier español de a pie con ansia de foco puede adquirirla sin necesidad de pertenecer a ninguna dinastía.

De la tele al estrellato, por efímero o meritorio que pueda ser. Es la propia sociedad quien decide, encumbrando o defenestrando la carrera de los personajes de la prensa rosa. Un sistema que se rige por las leyes de la oferta y la demanda y que difiere un poco de la estratificación social que existía en los “años dorados de Marbella”. Un modelo en el que primaba el parné por encima de todo y que la prensa del corazón se encargaba de sostener con su pleitesía.

La jet set marbellí fue la protagonista del último episodio de ‘Lazos de sangre’. El programa biográfico de TVE cambió en este caso su objeto de análisis y en vez de diseccionar la figura de un artista o de un linaje se encargó de abordar un grupo social, los famosos de Marbella antes de que saltara por los aires toda la podredumbre que escondían sus instituciones. El experimento funcionó y el programa subía esta semana hasta un 9,6% de share. Datos todavía modestos para un espacio que merece mucho más, de lo poco comestible que hay este verano en televisión. Un trabajo impecable de documentación que inocula al espectador dosis de historia contemporánea a la vez que lo entretiene con melodramas varios.  

Si bien el documental de ‘Lazos de sangre’ suele ser encomiable, no sucede lo mismo con el debate posterior. En esta ocasión, abordando la época dorada de Marbella, salieron a relucir los habituales lloriqueos de la pérdida de privilegios. Pero claro, teniendo de tertulianos a Fran Rivera, Carmen Lomana y Antonio Montero tampoco se podía esperar algo menos casposo. En fin, que dichos colaboradores se dedicaron a venerar el famoseo de entonces y a repudiar la nueva hornada de rostros populares.

Podría entender parte de la crítica en la escasez de talento de muchos de los famosos actuales, pero no el clasismo que rezumaba gran parte del discurso del debate de ‘Lazos de sangre’. Más allá de los artistas que visitaban Marbella en los ochenta, que esos sí que se habían ganado su fama a pulso, también había mucho papanatas endiosado por el único hecho de tener dinero o ser descendiente de cuarta generación de alguna nobleza centroeuropea de capa caída.

A finales de los 90 llegó la proletarización en el estatus del famoso. Las casas reales fueron perdiendo peso y la fama repartió juego entre todos los estratos sociales. Un albañil se convirtió en cantante de éxito gracias a un concurso de televisión y miles de personajes sin casta alguna adquirieron la popularidad gracias la pequeña pantalla. Véase Yurena, antes Tamara, que esta semana era una de las protagonistas de ‘Ven a cenar conmigo’.

La hija de Margarita Seisdedos compartía mesa con Terelu Campos, y otros dos famosos de la nueva generación de rostros populares como son Sofía Suescun y Gianmarco Onestini. El programa lideraba la noche del miércoles con un 12,2% de share haciendo gala de uno de los montajes más delirantes y desternillantes de la televisión veraniega. Aunque todo hay que decirlo, y volviendo a la controversia de los méritos para adquirir la fama, en este formato la que terminó tirando del carro y remando a favor de obra fue la hija mayor de la Campos.

Sigue toda la información de El Televisero desde Facebook, X o Instagram

Más Información

Carmen Lomana y Susanna Griso
Boris Izaguirre habla en estos significativos términos de Ana Rosa y señala algo «increíble»