Crítica de la semana: La amenaza turca

ANÁLISIS | Semana del 26 al 31 de julio de 2021

La invasión de las series turcas ya no tiene ni pizca de gracia para las productoras españolas. Si con su llegada solo representaban una alternativa pintoresca para la TDT, en un año han multiplicado su presencia en la televisión generalista hasta ocupar casi 20 horas semanales. Telecinco, y especialmente Antena 3, han sucumbido a los encantos de las ficciones otomanas reduciendo considerablemente su apuesta por la producción española. Al fin y al cabo son empresas que buscan solo el beneficio, y los costes de adquirir estas series son mucho menores a los de producir un concurso vespertino o un ‘Amar es para siempre’ en territorio nacional.

Nadie ha obligado a la audiencia a consumir los culebrones turcos, si están es porque gustan. Buen ejemplo de ello ha sido ‘Mujer’, la precursora en el salto de la ficción turca a las grandes cadenas españolas. La serie finalizaba esta semana troceando su final en tres días con un estupendo 18,6% de share. Un dato que podía haber sido muy superior si Antena 3 le hubiese dado el final que merecía a una serie que le ha regalado tantas alegrías. Bien merecía un evento televisivo en toda regla, pero primó por encima de todo utilizar el chute de audiencia de su desenlace para aupar a la serie paisana que la sustituye, ‘Inocentes‘.

Total, que una vez exprimida, ‘Mujer‘ se despidió sin nada de pompa y desmenuzada en pedazos. Como ya no hay más temporadas, lo importante era dar alas a la serie nueva, y ya si eso, que los espectadores de ‘Mujer’ se reuniesen en Twitter para organizar un Cineforum. ‘Inocentes’ de momento está lejos de los datos de su predecesora, no supera el 15% de share, pero el verano siempre es buen momento para echar raíces de cara a al nuevo curso televisivo.

‘Inocentes’ se suma a ‘Mi hija’ y a ‘Tierra amarga’ en la parrilla de Antena 3. Una invasión en toda regla en el mercado televisivo español en detrimento de la producción autóctona. Una estrategia del todo lícita, pero de la que hay que tener en cuenta sus consecuencias. Por ejemplo, la llegada de ‘Tierra amarga’ a las tardes de la principal cadena de Atresmedia ha supuesto el fin de ‘Ahora caigo’, y el de todos sus puestos de trabajo. Es evidente que las cadenas de televisión no pueden ser ONG’s, pero deberían tener en cuenta que su identidad también viene condicionada según la apuesta que hacen por el sector del que viven.

Y no solo hay que tener en cuenta los puestos de trabajo, también deberíamos estar atentos a los roles que perpetuán las ficciones que provienen del país euroasiático. Turquía, o su régimen, ejercen una censura retrógrada en los formatos que ofrecen sus televisiones. De esta manera no existen los homosexuales en las ficciones turcas o los estereotipos de género que se representan parecen dictados por Rocío Monasterio. Por eso son mucho más recomendables los culebrones de época made in Spain, más abiertos y tolerantes, y encima dan trabajo a cientos de personas en España.

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