La crítica de la semana: Barcelona no es el Bronx

ANÁLISIS| Semana del 12 al 18 de agosto de 2019

La explotación del miedo por parte de algunos sectores de los medios de comunicación está llevando a una imagen distorsionada de la ciudad de Barcelona.

Esta semana se cumplen dos años del atentado en las Ramblas de Barcelona, el mayor ataque terrorista en España desde el 11M. La amenaza propició un cambio en la política de seguridad de la Ciudad Condal; que sin ser consecuencia directa, ha desembocado en un repunte de la criminalidad en los últimos tiempos. Sí, Barcelona no es tan segura como hace tres años; pero tampoco es la ciudad sin ley que nos pretenden vender en algunos programas de televisión.

Lo digo con conocimiento de causa, soy barcelonés hasta la médula y creo conocer el día a día de mi ciudad. No ser víctima de ningún atraco en la era Colau hace de mi experiencia una verdad absoluta; pero por mis vivencias sí pretendo desmitificar la Barcelona que se ofrece últimamente en la pequeña pantalla.  Puede existir sensación de inseguridad en determinadas calles y según las horas del día; y no por ello bajamos a comprar el pan con miedo a ser degollados a la vuelta de la esquina.

Con el retrato que se hace de Barcelona en los medios, si fuera un señor de Alpedrete consumidor de ‘Informativos Telecinco’ y recibiera una invitación de la Imserso para visitar la ciudad, seguro que preferiría quedarme en casa bajo el ventilador.  

Me gustaría explicarle a ese señor que no vivimos en el Vietnam de posguerra, la ciudad que vio crecer a Gaudí y a Sonia Monroy no es menos segura que otras tantas ciudades europeas. Sigue siendo bella, por mucho que se empeñe Ribagorda en ensuciarla cuando tiene un hueco y no habla de toros.

Los hechos son los hechos, hay más criminalidad en la ciudad en los últimos meses. El problema no está en informar de estos casos, lo grave es mezclar churras con merinas y aprovechar para inyectar ideología desde los pulpitos televisivos. ‘El programa del verano’, presentado por Joaquin Prat, es especialista en el enredo y en la explotación del miedo cuando habla de Barcelona. Mezcla, por no decir vincula, violaciones en grupo con inmigración.

Todo cabe dentro del bloque de criminalidad en la ciudad, de un asesinato entre bandas pasan a los manteros, y lo meten todo dentro del mismo saco. Me gustaría ver la misma saña con la que señalan a unos señores que se ganan la vida vendiendo cuatro bolsos de imitación con los políticos corruptos. O con el CNI, por su extraña relación con el imán de Ripoll que fue el cerebro de la banda que perpetró el atentado de las Ramblas. Ni por asomo se me ocurre vincular una cosa con la otra, pero si hablamos de seguridad en Barcelona hablemos de todo.

Y no, Barcelona no es el Bronx (nombrando dicho distrito neoyorquino por la mala fama que tenemos en el imaginario colectivo, actualmente es la mar de digno). La televisión tiende a la exageración del todo, especialmente del conflicto, pero en ocasiones hace falta matizar y no alarmar con cierto contenido sensible. Es peligroso pero sobre todo es mezquino incendiar las pasiones más bajas para disfrazar los odios internos. Pilar Eyre se preguntaba hace unos días en Twitter qué le ha hecho Barcelona a Telecinco para que la vapuleen durante horas. Desconozco la respuesta, pero supongo que si se trata de sazonar contenido y hacer espectáculo con la criminalidad mejor hacerlo con la hermana más díscola.

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