Crítica de ‘Secretos de Estado’: fortalezas y debilidades de la nueva serie de Telecinco

Después de intensas semanas de promoción, por fin ha aterrizado en la parrilla el primer thriller político en el que se descubre el juego del poder y los entramados que se articulan en torno a él.

Una vez emitido el primer capítulo de ‘Secretos de Estado‘, pasamos a hacer un repaso de lo que ha dado de sí y de lo que cabe esperar a lo largo de sus trece episodios. La carta de presentación era uno de los grandes filones que tenía que superar la nueva ficción de Telecinco.

El que no haya sido presentada a los medios de comunicación no inspiraba buenas vibraciones y te empujaba a pensar que, quizás, la cadena estaba evitando a toda costa la mala prensa. Además, que sea Frank Ariza el productor de la serie, creaba cierta inseguridad, dados los dos grandes tropiezos que ha tenido en sus últimos proyectos: el fracaso estrepitoso de ‘El Continental’ y ‘Los Nuestros 2’.

Sin embargo, todo no eran más que especulaciones infundadas porque era imposible emitir un juicio sin ver ni un solo minuto del resultado final del producto, más allá de los adelantos que ofrecían las promos.

Los puntos fuertes de ‘Secretos de Estado’

Empezamos con los puntos fuertes del piloto de la serie, por los que merece la pena verla y darle una nueva oportunidad en el próximo episodio. Uno de ellos, es la interpretación magistral que hace Myriam Gallego, que encarna el papel de primera dama; Michelle Calvó, jefa de prensa y acusada del intento de magnicidio del presidente; y también Elvira Mínguez, abogada y madre de la acusada. Son tres papeles que cimentan muy bien la trama de la ficción. Dan intensidad y el aroma que precisa un producto donde el juego del poder y las corruptelas componen su columna vertebral.

Los arranques, el gancho que debe haber en los primeros minutos, siempre o casi siempre es el talón de Aquiles de los productores y guionistas. Sin embargo, ‘Secretos de Estado’ no chirría demasiado en este aspecto. El inicio es prometedor: con el intento de magnicidio del presidente (interpretado por Alberto Guzmán) a los pocos minutos. Si bien, mantener el ritmo y la agilidad en las próximas secuencias es otro escollo del que sale más o menos airosa. La primera mitad del capítulo se estanca más y la segunda adquiere un punto de dinamismo que ayuda al resultado final y que, a su vez, hace que destile ese aroma a thriller político que nos han vendido. Alejando el fantasma del «culebrón amoroso» que planeaba al inicio.

Las localizaciones y la calidad de la imagen son otro de los platos fuertes. Bien podrían ser consideradas como un personaje más, ya que la inmensa mayoría se desarrollan al aire libre o en majestuosas edificaciones que transmiten opulencia y rigor. Y eso es importante porque suscita la credibilidad de aquello que se está contando.

Los puntos débiles de ‘Secretos de Estado’

No obstante, no todo van a ser halagos ni cualidades. Una buena crítica, siempre constructiva, no es aquella que no destaca del mismo modo los aspectos negativos o aquellos puntos débiles que la serie debería enmendar.

Empieza con una hora de comienzo que nada tiene que ver con la que estaban anunciando a bombo y platillo. Un retraso de quince minutos que provoca que el espectador empiece la serie con desazón y con una pérdida importante del interés. Un error garrafal que no deberían cometer en las próximas entregas porque ya es lo suficientemente largo el episodio. No es de recibo que haya que aguantar frente al televisor hasta pasadas las doce y media de la noche.

Y a partir de ahí, un cúmulo de elementos que chirrían, como los bandazos que se producen entre una escena y otra para intercalar historias que se están desarrollando casi al unísono. Probablemente, el guión y el montaje se haya hecho así a propósito en un intento de agilizar la historia que se cuenta. Pero, realmente, genera una sensación opuesta. El espectador, acostumbrado a que le ofrezcan todo simplificado, puede deducir de ahí una deficiente estructuración de los guiones o una ligera falta de coherencia, que puede llevar al caos en su mente.

Por último, se echan en falta dos cosas. Por un lado, guiones dotados de un mayor potencial narrativo, en las interpretaciones de algunos de los personajes. En cambio, en el tramo final de la serie, Myriam Gallego demuestra que es uno de los pilares imprescindibles y salva esta debilidad. Y por otro, que Jesús Castro no tenga un mayor protagonismo, pues su papel de jefe de seguridad queda relegado, al menos por ahora, a un muy segundo plano. Y eso quizás no guste a muchos de los que han decidido engancharse a la serie.

En conclusión, el balance de la serie es bastante aceptable. Tiene varias debilidades que superar, aunque el piloto no es fácil, y otros elementos que explotar aún más. Sin embargo, sus fortalezas compensan, salvan dignamente el producto que se ha presentado y, lo más importante, invita a seguir descubriendo los entresijos de este thriller político, la evolución de las tramas que se han empezado a tejer en este primer episodio y el desarrollo de los personajes. Puede haber sorpresas.

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