Crítica de ‘La mejor canción jamás cantada’: Un viaje musical sin sello propio

Analizamos los aciertos y errores del último estreno de La 1.

TVE estrenó este viernes 15 de febrero ‘La mejor canción jamás cantada’. El nuevo formato de la cadena pública presentado por Roberto Leal se estrelló con un paupérrimo 7,4% y 1,1 millones de espectadores. Analizamos porqué ha pinchado estrepitosamente y los puntos fuertes y débiles de esta apuesta musical.

Antes de escribir estas líneas, las expectativas eran altas. La productora de ‘OT’ nos sedujo con la idea de resucitar una especie del añorado ‘Los mejores años de nuestra vida’. Si bien no son el mismo formato, La 1 no ha dado con toda la frescura y originalidad que despertaba el formato conducido por Carlos Sobera, que triunfó hace una década.

Mientras el recordado formato era un gran show de entretenimiento, una «fiesta» capaz de levantarnos del sofá solo con su pegadiza sintonía. En ‘La mejor canción jamás cantada’ el protagonismo lo adquieren las versiones de reconocidos hits de nuestra música. Y este es su punto más fuerte, y lo que lo hace diferente, incluso transgresor. Que artistas tan dispares como Alfred García, Falete o El Kanka se atrevan a hacer versiones propias de canciones que están en nuestra memoria colectiva. Un gran concierto televisado, en pleno directo y en prime-time. Servicio público.

¿Qué falla entonces? Al nuevo formato de TVE se le olvidó algo esencial, que es un concurso. El hándicap del programa recae en su mecánica. Entre las diferentes versiones musicales a esta apuesta le faltó ritmo de emisión, más dinamismo y sobre todo más chispa. La química entre los artistas invitados brilló por su ausencia, y su nula interacción hace desconectar al espectador. Tampoco juega a su favor las aportaciones de los colaboradores, metidas con calzador y rompiendo la estructura narrativa del programa.

‘La mejor canción jamás cantada’ pretende abarcar una miscelánea de géneros, pero se queda sólo en una declaración de intenciones. En ocasiones no sabes si estás viendo una gala de ‘OT’, un especial de ‘Viaje al centro de la tele’ o va a aparecer el famoso ‘clonador’ de ‘Tu cara me suena’. Un batiburrillo que lleva a una conclusión: al programa le falta tener identidad propia.

Porque es una obligación que los formatos arriesguen e innoven. Que aporten algo nuevo. Cuando parece estar ya todo inventado, la televisión debe ser un motor creativo en la industria audiovisual y musical. «Cada década tenía lo suyo, pero lo importante es hoy» nos sugirió Roberto Leal al despedirse de este primer viaje musical. Y hacen falta programas para hoy, y más en la televisión pública.

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