Crítica del capítulo 3 de ‘La otra mirada’: Una serie rebelde que se supera otra semana más

TVE ha traído esta semana el tercer episodio de su nueva apuesta televisiva, ‘La Otra Mirada’, que sorprende cada semana cargada de nuevas e impredecibles enseñanzas. Un sobresaliente elenco, personajes muy bien construidos y una historia que necesitaba de una vez por todas ser contada, son la receta perfecta para dar forma a este novedoso proyecto.

En el episodio de esta semana se profundiza especialmente en la vida privada de Ángela, y conocemos delicados detalles de sus circunstancias que nos harán empatizar especialmente con ella. La primera escena comienza con la visita de su familia a una sesión con una artista para que ésta les haga un retrato. En esa primera visita Paula, que así se llama la mujer, y Ángela congenian mucho, por lo que deciden quedar para una segunda sesión, pero esta vez ella sin la compañía de su familia. Ambas mujeres dan un paseo por el puerto en el que ya se puede percibir que conectan de una manera especial; Paula intenta sonsacar  a Ángela el porqué de la disconformidad con su vida cuando se supone que tiene todo lo que podría anhelar una mujer de su condición: un trabajo vocacional y una familia aparentemente perfecta. La tercera vez que Ángela acude al piso de Paula, ésta se desinhibe por completo, permitiéndole a la artista que experimente con sus retratos. Cuando ambas protagonizan un momento de inesperada tensión sexual, Ángela huye asustada y desconcertada. Se siente contrariada y confusa, pues no es difícil imaginar lo difícil que sería asumir esa condición en aquella época, y más para una mujer consagrada al protocolo y a lo convencional, y además con una familia ya formada, por lo que sugiere a su marido dejar de acudir a la retratista. Alejarse de ella no impide que en su interior siga habiendo un constante malestar emocional del que de momento parece no conocer el motivo. Cabe destacar la impecable interpretación de Cecilia Freire.

Por otro lado reparten las invitaciones para el baile de otoño. Las profesoras ofrecen a Roberta la posibilidad de levantarle el castigo para que pueda asistir, sin embargo ésta se muestra sospechosamente reacia. Además Teresa propone cambiar el enfoque del baile porque reivindica que el evento no fomenta la diversión de las alumnas, que se presupone que es el objetivo, sino las apariencias y el hecho de lucir perfectas de cara a los anfitriones.

“¿Y si alguna niña no quiere ir vestida de princesita, o quiere ir sola, o no quiere ir?”

Siguiendo con la trama de Flavia y Tomás, el menor de los Peralta, ésta no quiere invitar al muchacho al baile con la excusa de que vienen sus padres y que son muy estrictos. A raíz de esto, Candela invita a Tomás al baile para que pueda estar cerca de Flavia sin ser su pareja oficial y levantar sospechas. Sigue en el aire y no se ha profundizado tampoco más en ella, la incógnita de quién es el tal Enrique que le enviaba las flores a Flavia. Tendremos que esperar todavía a posteriores capítulos para descubrirlo.

Nildo, un hombre con el que Teresa estuvo en Portugal durante la fatídica noche del asesinato del embajador de Lisboa, se reencuentra con ella en Sevilla. De algún modo, el hombre la convence para dar un paseo nocturno que termina alargándose hasta la madrugada, y juntos comparten una agradable velada.

Las conversaciones casi terapéuticas con Paula, generan en Ángela un cambio de perspectiva con respecto a querer hacer innovaciones en el baile, y en lo que para sorpresa de todos, incluso para ella misma, Teresa no tiene nada que ver.

Los Peralta se presentan en la academia para pedir a las profesoras que levanten el castigo a Roberta  para poder acompañar a Rafita; es entonces cuando se dan cuenta de que Roberta está mintiendo a su novio, y por algún motivo no quiere asistir con él. Ángela va a hablar con la joven, que le revela que se pelaron y no le apetece.

Este episodio cuenta con una de sus mejores secuencias hasta el momento; una simbiosis entre dos escenas completamente contrapuestas, pero que a la vez siguen la misma estructura, lo que las dota de una gran fuerza a nivel narrativo. Esta escena muestra la clase de Ángela y  la clase Teresa; en la primera, la maestra insta a sus alumnas a que trabajen la pulcritud y las formas de cara al baile, destaca la importancia de mantener la compostura y las apariencias para mantener el prestigio de la celebración. Por otro lado, la clase de Teresa, en la que suelta una perorata sobre no aceptar lo impuesto y no buscar dar una imagen que dista completamente de su realidad, les anima a ser ellas mismas y a sentirse libres de expresar sus sentimientos y emociones.

Por fin tiene lugar la celebración del baile, cuidado hasta el último detalle gracias a Ángela. Ramón acude como acompañante de Teresa, y comenzamos a percibir unos evidentes sentimientos hacia ella, pues parece sentirse celoso cuando aparece Nildo sin previo aviso. Aparece también por allí Paula, que resulta ser la madre de Macarena, una de las alumnas, lo que generará en Ángela una tremenda confusión y ansiedad.

Teresa percibe la ausencia de Roberta, así que va a hablar con ella para intentar convencerla de ir al baile. Empezamos a vislumbrar un vínculo especial entre Roberta y Teresa, del que hasta la joven se sorprende. No olvidamos el detalle de que Teresa acude a Sevilla con la premisa de localizar a Roberta ¿ Qué tipo de relación tendrán? ¿En qué reside el interés de Teresa por Roberta?. Roberta se decide finalmente a acudir al baile, y tiene una conversación con Rafita en la que se muestra muy dolida, por lo que cuesta mucho creer que solo se trate de que está enfadada por el incidente de la fiesta.

Tomás y Flavia se reencuentran en el baile. Por algún motivo Doña Manuela intercepta a Flavia cuando se disponía a encontrarse con Tomás, y le obliga a despedirse de él para siempre. Sin duda otro hecho que nos descolora un tanto, y que esperamos, se irá descubriendo a medida que avance la trama. Con mucho dolor y por medio de mentiras para tener una mínima excusa para terminar la relación, Flavia deja a Tomás Peralta según lo acordado con Doña Manuela.

El final del capítulo es cuanto menos épico: El fantasma de su pasado atormentando a Teresa; Ángela sorprendiéndose besando a Paula y un terrible enfrentamiento entre Ángela y Roberta, en el que la profesora explota injustificadamente a raíz de toda la rabia que tiene guardada para si. Irónicamente, es ella misma la que termina tirando por tierra todos sus valores de apariencias y rectitud que pretendía imponer a las niñas, siendo sobrepasada por sus sentimientos.

Por un lado, la lucha entre lo que se espera de nosotras como mujeres reñido con lo que realmente sentimos, y además una critica en toda regla al amor romántico. Ejemplo de ello es la conversación entre Teresa y Ramón en la que dice que ella no cree en el amor, sino en pasar un buen rato con alguien hasta que deja de ser un buen rato, que suele ser a la mañana siguiente; o también cuando va a contarle su cita con Nildo y él le espeta que una mujer no debe de hablar de sus historia de cama, evidentemente la estaba malinterpretando, pero aunque fuera así ¿Por qué entre hombres sí pero luego no puede hablarlo con una mujer?

Como siempre dosis de feminismo y sabor a revolución que poco a poco, va calando en cada uno de los personajes de esta maravillosa serie, reflejo de unos años de los que esperamos poder aprender gracias a valientes apuestas como esta.

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