La crítica de la semana: A falta de talento buenas son lágrimas

ANÁLISIS DE AUDIENCIAS | Semana del 9 al 15 de abril de 2018

Juzgar el talento ya es lo de menos, los concursos en España han evolucionado hasta convertirse en un mejunje emocional en el que las artes de los participantes tienen mucho menos peso que sus propias miserias.

Si el viernes por la noche llegas cansado a casa  y tienes ganas de relajarte en el sofá, hay una actividad  que nunca debes plantearte: poner ‘Ninja Warrior’. ¿En qué momento decidí que mi vida valía tan poco para regalar el inicio del fin de semana a este yincana de gimnasio?  La televisión es ritmo, pero en este caso se pasan de frenada. Entre la sobrexcitación general en el plató, con el público jaleando a sus gladiadores como si fuera el circo romano, y el empacho de efectos audiovisuales uno termina al borde de la arritmia.  Una macedonia de tópicos y gritos en la que es imposible acomodarse. Las emociones son tan forzadas y las situaciones están tan aceleradas que uno se siente abrumado ante tanto estimulo televisivo. Lo de los presentadores ya es un tema aparte; Arturo Valls y  Manolo Lama elevan hasta la máxima potencia sus roles para resultar más caricaturescos que nunca. Lo mejor de esta segunda temporada es la incorporación de Patricia Montero en substitución de Pilar Rubio, mucho más natural y relajada que su predecesora.

Como en todo programa de talentos, cada concursante goza de un video de presentación  antes de demostrar sus artes en el terreno de juego. En ‘Ninja Warrior’, un formato en el que prima la fuerza bruta sobre cualquier resquicio sentimental, este tipo de presentaciones, en el que se pretende explotar el más mínimo drama personal del participante, están menos justificadas que nunca. Poco o nada nos importa una miseria ajena cuando solo vamos a ver a ese individuo cinco segundos saltando obstáculos hasta caer eliminado en el agua de forma ridícula. ¿Alguien le vería el más mínimo sentido a un ‘Humor amarillo’ con videos previos pretendidamente emotivos de sus concursantes? La emoción casi siempre funciona pero en este caso está metida con calzador.  El programa descendía en su segunda emisión hasta un escueto 10,3% de share, dos puntos por debajo respecto a su estreno. El bajón de ‘Ninja Warrior’ se explica en gran medida por la llegada a Telecinco del nuevo ‘X Factor’.

En el principal canal de Mediaset la máxima de “lo poco agrada y lo mucho enfada” se la pasan por el arco del triunfo, y les funciona. Si tres noches a la semana  de ‘Supervivientes’ no son suficientes para empachar al espectador  tampoco tenía por qué serlo tres noches de talent shows en la misma cadena. En una misma semana triple ración con ‘La Voz Kids’,  ‘Got Talent’ y  ‘Factor X’, en los tres casos liderando sus respectivas noches; este último se estrenaba el pasado viernes ante un notable 17,2% de share. El concurso musical presentado por Jesús Vázquez no se esconde y explota las emociones sin tapujos. Aquí ya no solo se trata de un video de presentación lacrimógeno antes de las actuaciones de los concursantes, en ‘Factor X’ las propias historias personales llegan a interceder en la estructura narrativa del casting.  Con los dramas de los participantes se crean situaciones televisivas más propias de ‘Hay una cosa que te quiero decir’ que de un concurso de talentos. No importa mucho cómo cantes si detrás tienes una miseria humana que sostenga tu relato.  A falta de talentos buenos son dramas, y cuando al frente hay la experiencia de veteranos del género como Risto Mejide, Jesús Vázquez o Laura Pausini, cualquier carencia artística que tenga el concurso se suple con la solvencia de estos tres animales televisivos avezados en el  talent show.

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