Cuando la ridiculez y el frikismo camuflan el talento

El fenómeno «Cómeme el donut» de Factor X ha invadido nuestras calles. 

Todo hacia pensar que una gran revolución estaba a punto de llegar. La apuesta por un formato  de  las  características  de  ‘Factor  X’  conocido  mundialmente  causaba  un gran revuelo hacia los telespectadores fieles a los talent shows. Si miramos hacia atrás, no es  la  primera  vez que ‘Factor X’ llega a nuestras vidas. En 2007 y 2008 se emitieron respectivamente la primera y segunda edición del concurso de voces en Cuatro. Diez años  más  tarde  hemos  vuelto  a  ver  esa  gran  X  en  las  pantallas  de  nuestras televisiones.  Los  avances,  cebos  y  promociones  eran de lo más expectantes bajo el eslogan de «Marca la Diferencia». El público esperábamos lo nunca visto y si además nos lo   adornan   citando   a   artistas   reconocidos   internacionalmente   que   llegaron  a  la popularidad gracias a su paso por éste formato imagínate.

Pero nada más lejos de la realidad… Después de una emisión múltiple en su semana de estreno  y  seguidamente  aposentarse  en  el prime time de los miércoles de Telecinco estamos siendo testigos de   un 80% de sensacionalismo, telerealidad, historias personales y actuaciones de lo más surrealistas para ser lo más educado y prudente posibles.  Sólo  el  20%  restante  es  talento  como  la  mayoría  de  la  gente  coherente y sensata  entiende  ese  concepto  relacionado  con  emoción  y  voz  sugerente. Como se puede deducir de los tanto por ciento anteriores, de toda la duración de los programas emitidos hasta la fecha, gran parte de su contenido está muy lejos de centrarse en el buscado  factor  X.

Parece  incoherente  y  de  poco  sentido  pero  es  así,  se  prefiere retransmitir de todas las audiciones vistas in situ en cada una de las ciudades de casting las más penosas y ridículas con el objetivo de incendiar las redes sociales de contenido y a la vez generar titulares en prensa para causar una gran repercusión mediática. Por ahora,  parece  ser  que  han  acertado  ya  que  los  datos  de  share  son aceptables y si somos realistas es realmente lo único que importa en el medio televisivo.

Rellenar cada una de las emisiones del programa con todos los aspirantes con las voces afinadas,  trabajadas  o  que  simplemente  sean  llamativas  para  bien  por  su  timbre  y harmonía  no  interesa  ya  que se llegaría a una situación lineal, aburrida y sin interés ninguno. Si por cada audición decente se intercalan otras tres horrorosamente horrorosas se provoca el entretenimiento deseado por parte de la audiencia. Esto transmite una falta de veracidad, talento, exigencia y seriedad vocal enorme hacia los participantes  que  siguen  adelante  en  las  siguientes  fases  y  una  total  decepción  y desilusión  ante  aquellos  que  ni  fueron  citados para el casting o simplemente que su audiciones  no  hayan sido seleccionadas para formar parte de ésta primera etapa del programa.

Ha  quedado  claro  que  se  prefiere  el  testimonio  en  primera  persona  del presentador, Jesús Vázquez, compartiendo con el público como fue su sonada ruptura profesional con Risto y su posterior unión. También se apuesta por destapar infidelidades como causa del fin de relaciones sentimentales de dos aspirantes que en teoría no sabían que iban a coincidir después de zanjar su relación amorosa. Otro dramatismo  habitual  son  las  superaciones  personales,  los  traumas  infantiles  o  de la adolescencia y los reencuentros familiares.

Salta a la vista que del ‘Factor X’ español como programa de televisión no va salir una persona  que  triunfe  como  lo  hace  Leona  Lewis  o  James  Arthur, ganadores de dos ediciones de la versión americana del mismo formato. En UK el nivel es el que es y la exigencia de talento está a la altura para catapultar a la fama nuevos artistas. Allí ya tienen emitidas catorce ediciones y aquí sólo tres contando con la actual. España era más  de  ‘Gran  Hermano’ y digo era ya que después del absoluto fracaso de la última edición ya uno no sabe que pensar.

Si  echamos  la  vista  hacia  atrás,  los  tres  nombres  que  han  conseguido  algo  de popularidad mediática y artística fruto de su paso por ‘Factor X España’ son tres chicas; Leire Martínez, Angy Fernández y María Villalón. La primera consiguió ocupar el hueco que dejó Amaia Montero como voz de La Oreja de Van Gogh. La segunda ha probado suerte en el mundo de la interpretación, ha sido jurado de un talent show infantil, ha concursado y ganado una edición de ‘Tu Cara Me Suena’ de Antena 3 y a la vez tiene publicados en el  mercado dos discos.  Por último, María  Villalón, aunque  consiguió alzarse con la victoria de la primera edición del programa emitido en nuestro país, hoy en día está de lo más olvidada artísticamente hablando. Cuenta con seis discos publicados, dos antes de participar en ‘Factor X’ y los otros cuatro después de su paso por el concurso. Es filóloga y creadora de un libro de recetas culinarias centradas en el atún como alimento principal. Ganar ‘Factor X’ y acabar creando un libro de cocina, con todos los respetos.

Haciendo  ésta  reflexión  al  pasado  más  sonado  del  ‘Factor  X’ de nuestra tierra no auguro nada de éxito ni a quien gane ni a los respectivos finalistas. De acuerdo que el panorama musical es un mundo muy difícil donde es más complicado mantenerse que llegar pero viendo y analizando el enfoque del programa al menos hasta ahora no es el medio más adecuado musicalmente hablando para darse a conocer o promocionarse. No nos extrañe ver a alguna de las pocas caras que afinan, transmiten y sienten la música desde el corazón, como es el caso de Elena o Cesc verlos concursar en ‘Operación Triunfo’, que de nuevo llegará a nuestras vidas el próximo otoño en TVE. De nuevo la academia abrirá  sus  puertas y quien sabe si algún rostro pasajero de ‘Factor X’ seguirá los exitosos pasos de Aitana o Ana Guerra.

 

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