¿Sobreviviste al día después sin ‘Operación Triunfo’?

¡Qué gran final! bueno, al menos, hasta el final… nos quedamos con las ganas de escuchar al triunfito pródigo en el plató que le vio nacer. Todo transcurrió tal y como esperábamos y Amaia, la gran favorita, se coronó como ganadora de la que ha sido la edición más revolucionaria de Operación Triunfo.

Antes de la gala final, más de ochenta mil espectadores, fuimos testigos directos de la emotiva despedida que el canal 24 horas nos brindaba a través de YouTube, comenzaba la tragedia. Muchos, en nuestros hogares, percibimos lo vidrioso de los ojos de quien necesitó ver la gala en compañía y se reunió con amigos o familiares para tal acontecimiento. Todos sorbimos de nuestras copas para desenlazar el nudo instalado en la garganta.

Durante el desarrollo de la gala fui absorbiendo cada una de las actuaciones de los cinco finalistas anotando mentalmente esos pequeños detalles que seguramente serían tomados en cuenta, al día siguiente, en el visionado posterior que nos emitía cada martes el canal 24 horas. Este martes 06 de febrero eso no llegó a suceder y no sé muy bien si lo hemos llegado a aceptar aún, cometí por tanto el primero de muchos fallos que el subconsciente me tenía preparado.

Con el resacOT con el que muchos nos hemos levantado el día después de la gala final es muy poco probable que lo superemos. Seres ojerosos en el metro, en el tren de cercanías, por la calle, en el autobús, esperando el verde de un semáforo. El fiel seguidor de Operación Triunfo 2017 portaba esa mañana su propia letra escarlata en la mirada y en sus auriculares, o en el coche, las canciones de una final que trataban de alargar en el tiempo a sabiendas de un objetivo perdido. Durante su estancia laboral, académica o en su quehacer diario ha tenido lagunas en las que se ha visto motivado con el pensamiento de que los martes de sueño, al llegar a casa, hay reparto de temas y eso equilibra el malestar del cansancio, pero no, este martes eso no ha sucedido y cada vez, afianzo más la sensación de que no podremos superarlo.

Los seguidores del formato han visto pasar las cuatro de la tarde lentamente, muy lentamente, quizá se hayan refugiado en las redes sociales, buscando el apoyo de aquellos que pueden entender el desasosiego al que intentan hacer frente sin resultado. Han mirado los perfiles oficiales de los cinco finalistas para comprobar que se encuentran ahí, que no se ha esfumado para siempre con el apagado de los focos de la academia, pero no, no han logrado sofocar esa intranquilidad del alma porque los finalistas aún no controlan sus perfiles per se. Parece ser que todo se vuelve en contra cuando todo acaba, resistirse al fin de esta edición no es la salida, debemos acatar el devenir de los acontecimientos ante la amenaza de acabar desequilibrado.

Yo, por mi parte, a las 18:00 horas quedé con mi primo Javi y con un antiguo compañero de clase al que hacía tiempo que no veía, Javier Martínez, tenía que ser con él, otro no me valía. Una hora pasé con los javis intentando controlar el mono de conectarme a YouTube y no sufrir parálisis al ver el símbolo de OT agradeciéndote haber estado con ellos y esperanzándote a disfrutar de próximas novedades. A las 20:30 horas decidí llevar a cabo mi aseo personal, nunca lo había llamado así, pero cogí mis cosas del armario y las desordené un poco, siempre he sido muy ordenado, pero ansiaba ver un armario desordenado, no estaba preparado para que no lo estuviera. A las 21:30 horas me hice la cena, un par de san jacobos, ¿de postre? Un yogur con miel, con mucha miel.

Puede que, a ti, que me estás leyendo ahora mismo, te sea familiar alguna de las escenas descritas e intentes agarrar sin éxito los vestigios de una edición de Operación Triunfo que se nos escapa. Dejémosla ir. Hagamos que los chicos, a los que hemos visto nacer artísticamente, vuelen libres y elijan el camino que han decidido recorrer por ellos mismos. Ahora los podremos disfrutar en directo por gran parte del territorio español y seguiremos el trayecto de Amaia, la flamante ganadora, y de Alfred en la gran experiencia de representarnos en Eurovisión. Puede sonar conformista, y en cierta parte puede serlo, pero quedémonos con la trillada, aunque esperanzadora, frase de que esto no ha acabado, no ha hecho más que empezar.

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