Las familias activan la tecla sentimental de ‘OT 2017’

La Gala 2 se ha ido deshaciendo, gracias a la intuición de Jordi Rosell (director del programa) y Tinet Rubira (productor ejecutivo), de los principales errores que pudimos contemplar en los programas anteriores.

Han vuelto las valoraciones del jurado después de cada actuación, dando más protagonismo a los jueces, y la visita de los familiares de los concursantes (activando la tecla sentimental que tanto definió las anteriores ediciones de OT). Las piezas de vídeo (todas ellas excelentes) se han acortado y se ha dejado más margen a los comentarios espontáneos de los chicos y, sobretodo, de Roberto Leal. Un presentador con muchas tablas, que cada vez se siente más cómodo comandando un programa de tres horas, sin cortes ni menciones publicitarias.

Pero este no es el único punto a favor de ‘OT 2017’. A diferencia de los otros años, el canal 24 horas se ha democratizado, más allá de la emisión en plataformas de pago. Ahora, todo el que lo quiere, puede seguir las andanzas de los concursantes por Youtube. Con todo lo que ello conlleva: Interacción directa con la audiencia, a través de los comentarios y el chat. También ha ayudado a definir la personalidad de cada personaje, sin cortes, demostrando que el equipo de cásting ha buscado (principalmente) naturalidad y buen rollo. Los encierros televisivos ya no son sinónimo de conflictos forzados ni de pruebas surrealistas creadas por un equipo de guionistas desquiciados.

Estos elementos dramáticos mínimos ayudan a dilucidar la juventud de 2017. En 2001, tener 23 años era sinónimo de independencia económica y estabilidad profesional. Hoy en día, un chaval se siente mucho más perdido cuando se lanza a la vida adulta. Cómo muestra un botón: Las lavadoras y lavaplatos digitales se convierten en sus peores enemigos. Y perder un calcetín (un acto tan reconocible) o trasnochar hasta altas horas de la madrugada, en lecciones de vida.

Sin embargo, esta espontaneidad que funciona tan bien en el 24 horas puede volverse un cuchillo de doble fila durante las galas. Aunque no me incluyo en este grupo, muchos tuiteros han echado en falta más cortes de los ensayos, con los profesores, o su lucha para intentar sacar la canción. ¿Sería mejor, quizás, volver al modelo que tan bien explotó Fama ¡a bailar!?: Enfocar el programa en la academia (incluido el plató principal).

El formato no ha variado ni un ápice. De hecho, para los fanáticos de OT, nos encontramos con escaletas calcadas a las de otras ediciones. Pero los años no pasan en balde. Llegó ‘X Factor’, ‘La Voz’ y otros talent shows que experimentaron con la evolución del género.

Este 0T 2017 funciona cuando presenciamos actuaciones vibrantes y magistrales. La actuación de Raoul y Alfred o, sobretodo, la de Ricky han sido valientes y muy emocionantes. Iluminación tenue y elección de temas que el target millenial seguramente no conocía. Ricky lo ha tenido claro, y nos ha trasmitido su pasión por los musicales, y por Rent.

El resto de actuaciones han sido un poco un quiero y no puedo. El caso más flagrante es el de Juan Antonio y Cepeda, descoordinados en el escenario y en los ensayos. Gracias a Dios, Mónica Naranjo (cada vez más protagonista), les ha cantado las cuarenta, en otro de sus momentos gloriosos.

El último tercio del programa ha repuntado gracias a la expulsión de Mimi. Su elección musical (Lady Gaga) parecía un valor seguro. Espectacularidad y exhibición vocal. Aún así, cómo si se tratara de un giro de guión digno de Hitchock, el público de casa decidía salvar a Ricky.

Si el equipo del programa aprovecha la inercia de la expulsión y las nominaciones, sigue explotando pequeños guiños narrativos (cómo la presentación de los jueces ataviados con gafas, a modo de homenaje humorístico a Wally Lopez) y consigue sacarse el corsé del pasado, estoy seguro que podremos gozar de una gala 3 madura y de infarto.

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