La crítica de la semana: Sensatez en tiempos de guerra

ANÁLISIS DE AUDIENCIAS | Semana del 18 al 24 de septiembre de 2017

Objetividad o neutralidad son conceptos en peligro de extinción en la televisión española. Esta semana, con tanta trinchera mediática, la sensatez se dejó ver entre tanta bravuconería derivada del conflicto nacionalista.

Las televisiones han tomado partido, las hay más implicadas y las hay más prudentes para no espantar a ninguno de sus espectadores. Mientras en La1 apuestan por silenciar el grito de los catalanes y retratarlos como cuatro radicales, en TV3 han creado una especia de canal 24h narrando el más mínimo detalle de la opresión del Estado español sobre la voz del pueblo catalán. Si bien es verdad que la objetividad no reluce como antaño en la televisión autonómica, esta reconversión en canal temático responde más a la necesidad de captar a la audiencia que en un adoctrinamiento mediático. TV3 ha pasado de ocupar el tercer puesto en el ranking mensual a liderar cada día con holgura con esta programación basada única y exclusivamente en retransmitir todos los pormenores de esta guerra fría. Nadie parece hartarse de ver cada día lo mismo, es tal la exaltación en Catalunya que el más nimio de los rumores se vocifera entre sus ciudadanos, ayudados por unos medios de comunicación que condimentan la información mientras se frotan las manos viendo el respaldo de los audímetros. Desde TV3 no manipulan pero tampoco se esfuerzan por hacer una narración incluyente, con los suyos se bastan y se sobran.  El canal público tiene en la actualidad informativa su gallina de los huevos de oro, su programación otoñal ha quedado del todo desbaratada y casi todas sus apuestas de entretenimiento aplazadas o descuidadas. Pan para hoy y hambre para mañana.

En toda esta maraña informativa, en la que cada vez los canales de televisión esconden menos su alistamiento a una corriente ideológica, una frase de Ada Colau en ‘El Intermedio’ arrojaba un poco de luz al asunto: «Hay que feminizar la política y bajar la testosterona». Esta sentencia debería aplicarse a la mayoría de conflictos mundiales para empezar un camino más sosegado hacia la resolución de los mismos. Hay que agradecer la tasca desarrollada por el programa de Wyoming  durante todos estos años, de los pocos resquicios de objetividad que todavía existen en España. El programa, por muy de izquierdas que sea, se esfuerza por mostrar las dos caras de la moneda: ofreciendo el testimonio de los partidarios y de los detractores del referéndum en Catalunya, sin demonizar ni jugar a favor de obra. ‘El Intermedio’ marcaba el pasado martes un excelente 11,2% de share con la vista de las alcaldesas de las dos ciudades más habitadas de España. Manuela y Ada fueron la imagen de la sensatez y lucidez que este momento requiere, sin adornos ni mítines encubiertos. Si se viera más ‘El Intermedio’ seríamos todos más felices.

El vendaval político también ha dejado espacio para el estreno de las nuevas ofertas otoñales. La fragmentación televisiva está más presente que nunca y las grandes apuestas de la temporada ya no lucen como antaño. Antena 3 daba el pasado miércoles el pistoletazo de salida a su ficción más promocionada de los últimos meses, pero tuvo que conformarse con un correcto 17,5% de share. ‘Tiempos de guerra’ brilla por sus grandes interpretaciones, entre las que destaca la siempre soberbia Alicia Borrachero, pero carece de envoltura al apoyarse en espacios demasiado impersonales y poco habitados por la cotidianidad humana. Narra las peripecias de unas enfermeras en la Guerra de África pero uno tiene la sensación de que podría estar en Almería. Demasiado espacio cerrado, algún chroma mal utilizado y poco ambiente autóctono no ayudan  en la ambientación de la nueva ficción de Antena 3. Pese a estas deficiencias ambientales, el buen ritmo de la serie combinado con un guion cuidado, hacen de ‘Tiempos de guerra’  un producto digno con todos los ingredientes para seducir a un público anheloso de historias de época bien contadas.