Confirmado: Somos rehenes de ‘La Casa de Papel’

A día de hoy, podemos corroborar que los atracadores de La Fábrica de Moneda y Timbre ya nos han secuestrado. Y además lo tienen planeado a largo plazo.

Esta semana se emitía el segundo capítulo de la nueva producción de Antena 3 ‘La Casa de Papel’, y contaba con una misión importante, la de fidelizar y cumplir todo lo que prometía en su piloto. Y la respuesta no ha podido ser otra que positiva.

Tokio, Moscú, Berlín, Río, Oslo entre otros nos han encañonado toda la noche frente a la televisión para que en ningún momento nos alejásemos y cambiásemos de canal.

Y así, de ese modo hemos podido seguir viendo crecer a los personajes, que con un ritmo y acción narrativa trepidantes, poco a poco vamos sabiendo más de ellos mismos, alejándonos de ese mono rojo que les iguala a todos. Si los personajes avanzan, más lo hacen las relaciones entre ellos, poniendo muchas veces (y las que quedan) en jaque el robo.

Pero han conseguido una cosa muy importante y primordial, que la audiencia empatice con ellos, y nuestra mente llegue a la conclusión de que los malos son los de fuera.

No existen agobios en ‘La casa de papel’

Una ficción ambientada en una fábrica, un sitio fijo y de momento con pocas iniciativas por salir de ahí, puede correr el riesgo de caer en la claustrofobia, y hacer que se canse el espectador de lo que ve, pero eso no ocurre en “La casa de papel”, jugando mucho con lo que sucede dentro y conectándolo de un modo correcto con lo de fuera. Además que dentro no nos dejan tiempo para aburrirnos.

Pedro Alonso sigue siendo la revelación

Si hay que destacar a primeras un papel, ese es el de Pedro Alonso, que da vida a Berlín. De momento podemos ir sabiendo más de él y de su pasado, que seguro que traerá el origen de su carácter arrollador, pero a la vez disfrazado de serenidad. Con esa mirada, su forma de hablar y de dirigirse, consigue hipnotizar al espectador.

Quien va a tener un gran recorrido también es Profesor, la cabeza pensante que se encarga de organizar todo lo que pasa o tendría que pasar dentro y que estando en el exterior no pierde el tiempo. Ya lo pudimos observar desde el primer momento que apareció en la cafetería junto a Murillo donde muchos intuíamos y nos imaginábamos a este enigmático personaje en el dispositivo, haciendo como que ayuda a atrapar a los ladrones, pero reservándose información para ayudar desde fuera.

En el aspecto técnico y musical no nos podemos sentir traicionados. La imagen y la fotografía que utilizan en cada plano consiguen enamorar más al televidente y hacer que se sienta cómodo y que parezca que está en una película. Al igual ocurre con la banda sonora que sabe jugar perfectamente su papel.

Con la mirada en el futuro y sabiendo que son dos temporadas cerradas las que conforman esta nueva apuesta, se logra algo primordial: que no nos agobiemos ni caigamos en el aburrimiento, ya que nunca se sabe qué podrá pasar y quien podrá morir. Nos han atrapado con las historias dosificadas que vamos sabiendo de cada personaje y nos deja en cada final con ganas de más.

‘La casa de papel’ lo ha conseguido, nos ha secuestrado.

Por Enrique Palacios.

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