OPINIÓN | Belén Esteban somos todos


 Por Jesús Carmona
  El porqué de las cosas catódicas.

Belén lleva existiendo en nuestro sofá, rebozándose en las miserias, en las bajezas mal seleccionadas y empatizando con el tropiezo humano desde tiempos coloniales. Belén se ha mantenido en una misma tónica reivindicativa igual de cansina que de castiza y visceral. La de San Blas hubo un tiempo que siempre mantenía el mismo discurso, y se la infravaloró por cansalmas. Pero nunca por veracidad con voracidad. Hablo de aquel desaguisado que perduró milenios, en el que Esteban escupía a Jesulín de Ubrique desamparo emocional hacia su hija en la misma dosis monetaria que ella se chutaba. Fueron tiempos bélicos, de verdadero aquelarre mediático en el que Esteban imprimía pasión edulcorada y en el que todos sentían pavor a reprenderla. El tiempo ajustó, atemperó y desquitó y sumó razones.

Hoy veo a una Belén en un ‘Sálvame Deluxe’ completamente diferente. Estética y formalmente, aunque con gestos inequívocos que la singularizan, como sacar la lengua y batir las pestañas. Anda fuerte, desenvuelta, con una nueva verdad. El motivo que la ocupa y preocupa es de otra linde, más deleznable y explosiva. A Belén la traicionó el que ella estimaba su hermano, Toño Sanchís. Hermano y representante, el brazo de hierro de una economía saneada, sin disloques y sin números rojos. Toño la ha depurado económicamente, hizo quiebros con los tantos por cientos que durante rachas parecía que la estrella era él y no la del ‘me entiendes’ con ojos frenéticos.

Hoy me ha emocionado Belén en ‘Deluxe’. Esa mirada desafiante, rompedora, acuosa al mismo nivel que legataria de verdades sangrientas.  En todas las familias se cuecen habas y entran personas cuestionables que te ponen frente a los maquis y a las fuerzas del orden. Me reconcilio con Belén en ese extremo, y no sé por qué también en conjunto. Mantengo un sentimiento de hermandad que me deshace. Siempre habrá en la viña del señor quien muerda la taba. A ver dónde acaba esto. Espero que no tan deslucido como el estreno como presentador de ‘Gran Hermano’ de Jorge Javier. Los datos que se cosechan son escuetamente aceptables, buenos en el número, pero no son los que arañaba Mercedes Mila. Y cada semana se descuelgan décimas.

Hay quien esgrime que se debe a la ausencia de la presentadora estrella. Yo no pienso esto, creo que Jorge Javier lo afronta con profesionalidad y desenvoltura, pero en su línea, que no tiene por qué ser la de Mila. Él tiene su impronta. Creo que están existiendo fisuras en la pasión por el formato, que se avecina un ligero desgaste, ahora casi imperceptible, pero que si estiran demasiado vendrá de cara. Y los que se humedecen el dedo para contar fajos parecen no aprender, y ya han cerrado fecha de estreno para el ‘GH VIP’, que será previsiblemente el 8 de enero. Me rematan como colofón que no solo será la estrella rutilante Toño Sanchís entre los fichajes, culebrean con diplomacia sobre un personaje que les garantizará audímetros a precio basto: José Fernando, hijo de Ortega Cano. Quien dice clínica de rehabilitación, dice encerrarse en un show de Truman. Al tiempo.


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