OPINIÓN | 'Salvados', uno de los baluartes del buen periodismo

Siempre es un regreso esperado. De los más esperados, de hecho. Después de un verano de bochorno y de una televisión pública sin la suficiente independencia política para hacer programas de este tipo, ‘Salvados’ viene a terminar de levantar el buen periodismo televisivo que comienza cada otoño sus compañeros de ‘El Objetivo’ en La Sexta. Y lo hace ni más ni menos que con algo que pocos programas y políticos se atreven: un cara a cara. ¿De quiénes? De los dos rostros del nuevo tiempo político, Albert Rivera frente a Pablo Iglesias. Para terminar de dejarte extasiado en el sofá, no se quiso perder tal noche la lluvia con tormenta y el olor a calle mojada.
La marca ‘Salvados’ se ha convertido en marca de calidad televisiva por su gusto por hacer programas políticos que reúnan los intereses de los ciudadanos, por mostrar en el prime time lo que otros programas o medios no se han atrevido, por destapar casos de mala gestión política a la luz pública, por el buen ejercicio periodístico y el sentido democrático. Esto en cuanto a contenido, pero gracias a la inmejorable producción y cuidada realización televisiva hacen que técnicamente sea un programa perfecto, deseado y estudiado.
Jordi Évole consigue ser un gran interlocutor, un correcto moderador e incisivo entrevistador. Motivos suficientes para visionar un programa de ‘Salvados’. Además, nos encontramos con un producto televisivo completo que nunca olvida esto mismo: que es un programa para la televisión, por esto, trata la política desde una perspectiva más cercana, espontánea y coloquial. En este cara a cara consigue adentrarse en los políticos invitados y al mismo tiempo que la audiencia del programa quede inmersa en lo mismo. Esta visión y cuidado de la producción televisiva, de la que bien pueden presumir desde este espacio televisivo, es la que permite disfrutar de programas políticos como ‘Salvados’ y otros espacios de espectáculo y show como ‘Tu cara me suena’.
En esta primera entrega ‘Salvados’ sabe escogerlo todo con mucha visión, no hay nada sujeto con pinzas. Sabe elegir a los dos políticos sometidos a este cara a cara, así como el entorno (de nuevo cercano y espontáneo) como puede ser un bar de barrio en Barcelona para situarnos en el mejor contexto social. Albert, Pablo y Jordi se toman un café mientras hablan de política. Y esto, no antes sin someter a los políticos al lugar que provoca siempre la mejor conversación espontánea y tensa: el viaje en coche. ‘Salvados’ se ha convertido en sinónimo de calidad televisiva; en ese tipo de programas que se esperan temporada tras temporada; en esa terapia periodística a lo que le rodea en la televisión; en ese espacio que pretende contribuir a ese Derecho a la Información recogido en nuestra Constitución. 
‘Salvados’ demuestra que espacios así son posibles de producir. No se trata de un programa, sino de una forma de trabajar y producir. Lo mejor de todo es que no es ni necesario que exista siempre un ‘Salvados’ (pero que dure mucho), mientras exista ese aprendizaje, esa manera de hacer las cosas. 

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