OPINIÓN | La vida sigue igual. Masajes Gloria Lomana S.A.

  Por Miguel Bermejo.

 


Llegó el día. Toda la focos estaban centrados en San Sebastián de los Reyes, un pequeño pueblo de Madrid. La expectación mediática era máxima y no era para menos, se trataba de la primera entrevista de Mariano Rajoy tras las elecciones catalanas. Gloria Lomana, directora de Informativos de Antena 3, era la elegida para la ocasión. Sinceramente y viendo anteriores entrevistas, nadie esperaba una incisiva entrevista, como la que le hizo Carlos Alsina semanas atrás. Y Lomana no defraudó.

En los últimos años, hemos disfrutado de grandes entrevistadores como Iñaki Gabilondo, Jordi Évole o Ana Pastor. Incluso Bertín Osborne se ha destapado como un digno interlocutor. Pero Rajoy no ha acudido a ninguno de ellos para dar una entrevista tan importante. No se la quería jugar y optó por jugar en casa. Porque Antena 3 no es terreno hostil para el PP y todo el mundo lo sabe. Pero, por si no nos habíamos enterado, Gloria Lomana se encargó de recordárnoslo. Porque no estuvo a la altura de las expectativas. O sí, dado que las expectativas eran nulas.

Y lo demostró nada más empezar la entrevista, cuando cuestionó a Rajoy sobre los errores cometidos en el tema de Cataluña. El Presidente, regateando cuál Messi, decidió hacer un recuento de los fallos ajenos sin autocrítica ninguna. Y en ese momento, la repregunta llamó a la puerta de Lomana pero ésta consideró que lo más correcto era dejarle soltar su discurso sin perturbarle, no fuera a ser que Mariano se enfadase. Y en eso se convirtió la entrevista: en un discurso. Aburrido, por supuesto. Pero también le digo, querido espectador, que si esperaba ver al Luther King español en pantalla, debe dejar las drogas.

Pero el momento más surrealista fue cuando un reportero se fue a un par de bares para preguntar a los parroquianos sobre qué le preguntarían a Mariano si le tuvieran delante. Un detalle de brillantez y originalidad sólo al alcance de mentes brillantes, como Leticia Sabater o Pocoyó. El momento triunfó en las redes sociales (algo de lo que Lomana se jactó durante la entrevista) pero no precisamente por su idoneidad. 

En resumen, la entrevista fue un claro ejemplo de anti-televisión. Absolutamente tedioso, con una entrevistadora gris y plana, una realización normalita y una escaleta que rondaba el suicidio. He de confesar que, si no tuviera que escribir este artículo, no lo hubiera visto dado que valoro mi tiempo y, sobre todo, mi salud mental. Si querían ver a Rajoy en apuros, deberían haberse puesto a Alsina. Si querían verle diciendo cosas interesantes, deberían haber tomado LSD. Concluyendo, si algún día os encontráis a Gloria Lomana en la playa gritando «masaje por 10 euros», no os extrañéis. Buen fin de semana y, si vais a seguir castigando a vuestro cerebro, que sea con algo más divertido.

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