OPINIÓN | Show político

Cómo han cambiado las cosas. Ahora los políticos se divierten en la televisión. Hasta este momento los habíamos visto en entrevistas serias, «vendiendo» sus programas políticos, sus logros, sus promesas. El marketing ha cambiado. Ahora se vende pero de otra manera. Los políticos visitan espacios menos sobrios, más distendidos, más alegres donde el espectador, el votante en definitiva, pueda ver lo cercano que puede llegar a ser. Lo mismo se arrancan a bailar por Bruno Mars que se van de cervezas como cualquier español de a pie.
Los nuevos aires políticos conllevan una renovación en la campaña. La estrategia debe de cambiar, en ocasiones cala más esa empatía que el discurso preparado. La naturalidad, la simpatía gana por encima de porcentajes, cifras, promesas o leyes en las que muchos terminarán por perderse. El Hormiguero, con su personal estilo, ha contribuido a que el show se acerque a la política sin necesidad de suponer un descrédito para el partido o el representante en cuestión. En esto los americanos nos llevan ventaja, una vez más. Los Obama bailan, se divierten, bromean, participan del humor. Pero fuera de campaña. Ahí reside en ocasiones la diferencia. En España, algunos políticos agendan a los medios cuando la campaña se cierne sobre ellos y el tiempo apremia. Sí es cierto que los integrantes de la nueva política, los nuevos partidos que han irrumpido en el escenario político han estado más presentes, se han divertido de la misma forma. No tanto los de la vieja escuela. El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy sigue con sus entrevistas distantes, frías y asépticas que, por lo que indica el share, interesan bien poco. 
Se agradece ver a los políticos siendo un ciudadano más. Sonriendo, bailando, desengrasando, al fin y al cabo, el ya de por sí aburrido panorama. Eso no supone ser menos consecuente con el trabajo, supone ser accesible. Saber qué persona hay detrás del político, qué tipo de ser humano se esconde detrás del traje, la coleta o el color. El máximo histórico de Salvados con el encuentro del líder de Podemos, Pablo Iglesias y el de Ciudadanos, Albert Rivera fue una muestra de lo que busca el espectador. Otro tipo de mensaje, otro tipo de información, otro tipo de campaña. No quiere decir que una cosa eclipse la otra, es necesario saber qué proponen como candidatos pero también saber qué ofrecen como seres humanos, sus valores, sus gustos, sus preferencias, su manera de enfrentarse a otras cuestiones más cotidianas que un mitin. Aunque también hay que dejarse llevar. Se percibió en exceso la intención de la vicepresidenta, Soraya Saenz de Santamaria en su visita a El Hormiguero de hacer un lavado de cara a su partido. Se vio la falta de costumbre. Pero se agradeció el gesto, todo es empezar. Todo hace indicar que este tipo de gestos van a ser muy decisivos para el votante indeciso que tiene claro el programa pero no tanto lo que se esconde detrás. Seguiremos asistiendo al show.

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