Polillas pret a porter

      
     Con la llegada del otoño hemos comprobado que no ha traído el aire fresco sólo a nuestras calles. La televisión también nos deja helados ante la presencia del olor decrépito que albergan programas creados para el insulto. 
     
     No quiero utilizar la demagogia en mis artículos, pero a veces es de obligada necesidad hacer referencia a determinados temas de actualidad dada su imperiosa importancia. Con la que está cayendo a nivel mundial, pandemias, amenazas islámicas a occidente, genocidios, accidentes desprovistos del infortunio implícito, y un largo etcétera, determinados espacios aún se ven con la poca decencia de ofrecer contenidos frívolos, alimentados por las malas artes de grimosos personajes que fabrican, con lengua viperina, su propio ego.  
     
     Querido lector, no piense que se trata de un artículo de opinión más que critica las tertulias del cuore, o los programas de sociedad, nada más lejos de mi intención. Servidor que les escribe, de hecho, es un ferviente consumidor de televisión con cierta simpatía o debilidad hacia estos espacios rosas. Creo que este tipo de producto distrae, entretiene, y nos hace olvidar aunque sea por unos instantes la realidad que nos rodea, nos apea de este mundo del que a veces nos gustaría desaparecer y decir aquello de “paren el mundo que yo me bajo”. No tengo nada en contra de programas que hablan de la vida de unos, o de otros, tan lícitos como cualquier otro espacio de entretenimiento, siempre sea consentido por sus protagonistas y la falta de respeto, a veces tan carente, no tome la triste costumbre de tomar las de Villadiego. Lo que realmente me horroriza, y me produce cierta pena no es más que la cátedra, tan denigrante e hiriente, que parecen sembrar ciertos personajes basándose en el aspecto físico de las personas. Sí, he utilizado la palabra clave, personas
     
     Cuando uno está en casa tras la jornada laboral, y digiere como puede la información asimilada de los informativos, comienzan determinados programas que han reunido, al parecer a lo más granado de la moda, con una sapiencia exquisita a la hora de combinar colores y tejidos, y con un corte de pelo de lo más chic y novedoso, acentuando sus rasgos más llamativos y mostrando a los mortales su moreno natural propio del olimpo. Este selecto grupo de especialistas en moda no hace más que incidir en la torpeza de unos y otros a la hora de elegir vestuario, y no lo hace de manera correcta basándose en la crítica constructiva, eso no da audiencia, utilizan el insulto y la mofa hacia la víctima de turno sin que, claro está, ésta se pueda defender. 
     
     Si hacemos ejercicio de reflexión, e interiorizamos aunque sea por unos segundos, no podemos sorprendernos de que la realidad global nos sobrecoja ante determinados sucesos que a nuestro entender no tienen pies ni cabeza, el cambio está en nosotros, en la humildad y la crítica constructiva. No deseo crear conciencia en nadie, eso corresponde a lo más íntimo de todos y cada uno de nosotros. Desde estas líneas intento dejar constancia escrita de mi negativa ante el frívolo contenido de ciertos productos y el trato vejatorio que estos ejercen sobre tal o cual persona por el mero hecho de combinar cuadros y rayas o tal y cual color. Por el contrario, existen programas de moda realizados por grandes profesionales del medio, como la gran modelo Nieves Álvarez,  que no necesitan de este tipo de ataques para triunfar en las parrillas de sus cadenas, programas de reportajes y entrevistas, que sin burlarse de nadie, dotan al formato de una soberbia elegancia. 
   
      Vamos a humanizarnos, que de vez en cuando, se suele ser más chic con la simpleza del espíritu.

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